¿Os imagináis?¡Que
de cosas tomamos entre nuestras manos!
Doy un paseo por el
campo, la playa, el río o el monte, como siempre con la cámara colgada y
dependiendo de cada estación me puedo topar con mil bichitos y todos al
alcance primero de mis ojos y más tarde, de mis manos.
Una preciosa
libélula que salvé, quien sabe por cuántos días más, del parking de un
supermercado, seguramente estaría calentándose al sol y algún coche le dio un
golpe. La tome en mis manos, la llevé a un sitio más seguro y se dejó
fotografiar.
Luego, en otros días, vinieron más.
Una mañana de paseo
por la playa, con la marea baja quedaron al descubierto zonas de piedras y
agua, allí estaba el pequeño cangrejo al que tomé entre mis manos y fotografié.
Ese pequeñísimo
caracol, que después de unos días de tormenta y agua, sale en busca del sol y
cogí entre mis manos.
A este pequeño sapo,
sí, un sapo bebé, me sorprendió mucho verlo.
Estaba junto a otros en un barrizal cerca del río.
Pequeños escarabajos
de colores metálicos y los de siempre, los negros que parecen rinocerontes con
sus cuernos.
Mis queridas
mariposas de mil colores , éstas para pillarlas hay que saber el momento justo
en el que después de un día frenético necesitan descansar y recuperar fuerzas
para al día siguiente seguir revoloteando de aquí para allá.
Otros bichillos un
poco raros para mi, las larvas de salamandras, este pequeño anfibio quedó en el
suelo al retirar de un estanque una rama podrida por el agua, costó cogerla,
resbala mucho y hay que ir con cuidado para no hacerle daño y devolverla a su hábitat.
Un día estando en el
paraíso, campo de un amigo de Genalguacil y dispuestos a tomar un merecido
almuerzo en el porche y junto a la
barbacoa también hay un fregadero metálico y ahí estaba ella, agotada de subir
y resbalar, la tomé en mis manos y la
puse al sol, en 3 minutos, lo mínimo para calentar y tomar fuerzas, salió
pitando entre las hojarascas.
No todos son
animalitos, también coger por primera vez unos Craterellus cornucopioides o
también llamados trompetas de la muerte o trufas de los pobres, en un sitio
familiar, donde otras veces ni has reparado en ellos, tiene su encanto.
¡Quiero seguir
teniendo animalitos o cosas bonitas en mis manos!
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